Tal y como venimos diciendo en anteriores entradas el proceso de incorporación o ajuste mutuo en adopción es crítico, crítico en el sentido de determinante y decisivo, sin embargo no necesariamente problemático.
Es
por lo que, y sobre todo en los primeros momentos de la convivencia, es
necesario ser muy conscientes gran cantidad de cambios que se producen así como las múltiples variables que están determinando nuestro comportamiento y el de nuestro hijo.
Para
no precipitarse a la hora de resolver que nos encontramos ante un problema y “patologizar” a nuestro hijo… ¿Qué podemos hacer?:
1. Evitar etiquetajes prematuros
En
el proceso de incorporación, sobre todo
en los primeros meses, pueden aparecen conductas que si no son adecuadamente
contextualizadas considerando origen e historia, pueden ser vistas como expresión de patologías graves. Recordemos
los múltiples ejemplos de conductas
extrañas a la hora de comer, modos de
relacionarse…etc.
De igual manera podemos hablar de los rendimientos escolares y del nivel de desarrollo evolutivo. Encontraremos disarmonías en el desarrollo, retrasos e inhibiciones, resultado de la ansiedad de la situación de ruptura que supone la adopción y de experiencias pasadas. Muchas de estas conducta y/o rendimientos si son evaluados prematuramente y fuera de contexto, pueden conducirnos a un juicio equivocado.
De igual manera podemos hablar de los rendimientos escolares y del nivel de desarrollo evolutivo. Encontraremos disarmonías en el desarrollo, retrasos e inhibiciones, resultado de la ansiedad de la situación de ruptura que supone la adopción y de experiencias pasadas. Muchas de estas conducta y/o rendimientos si son evaluados prematuramente y fuera de contexto, pueden conducirnos a un juicio equivocado.
Distingamos diagnóstico precoz, fundamental para el
adecuado abordaje de cualquier problema, sea médico o psicológico del
diagnóstico “apresurado” que nos puede precipitar a errores en las
intervenciones. Para lo cual es recomendable dirigirse a
especialistas conocedores de la Adopción.
2.
Centrarse en la actualidad de la
conducta
Es
de vital importancia centrarse en la actualidad de la conducta, en qué
circunstancias se manifiesta “ahora”.
Es
necesario no caer en la trampa de
convertir el pasado en causa. Insistimos en que debemos dar el justo lugar a
la historia.
Muchas veces las dificultades que encontramos, tienen su principio y fin explicativo en lo que acontece actualmente, el pasado no debe se un coartada.
En
este punto surge un peligro muy común entre muchos adoptivos, este peligro
tiene una de sus fuentes en que a veces son padres que por su interés por dar
un trato adecuado a sus hijos cuentan con una cantidad ingente de información
sobre las peculiaridades y consecuencias del maltrato en la infancia,
conocimiento del desarrollo evolutivo de los niños…etc. y hacen juicios bien fundamentados
en el saber científico sobre la materia, juicios que tienen que ver con la generalidad de los menores
susceptibles de ser adoptados, pero que poco tienen que ver con las
circunstancias peculiares que se están dando en la relación “aquí” y “ahora” de la relación.
Recordemos
lo dicho en la entrada dedicada al
“lugar de la historia”.
3.
Valorar
las distintas dimensiones del problema.
Los
problemas que más preocupaciones causan
a los padres, pues comprometen la convivencia en el hogar y en la escuela, tienen que ver con una expresión del malestar
del niño hacia fuera, y aparecen detrás de quejas del tipo: “Es muy
inquieto, no para, no centra la atención en nada” “no acepta normas y límites;
es retador” “ha empezado con robos y pequeños hurtos” “es agresivo con otros
niños” ”miente, manipula, engaña” “tiene una conducta sexual inapropiada”…etc.
Sin
embargo, no debemos olvidar la
perspectiva del niño, el cual sufre, a veces en silencio, miedos e
incertidumbres sobre su lugar en la familia, cansancio por el esfuerzo que
supone asimilar tantos cambios…etc. que inhiben su funcionamiento mental,
manifestándose estas problemáticas con
unas expresiones, menos alarmantes, cursando como depresiones,
inhibiciones en el desarrollo cognitivo que son achacadas a falta de motivación
o déficit intelectuales.
Son
circunstancias que despiertan, como decimos,
menos alarma y son consideradas por el entorno tanto familiar como
social como menos problemáticas. Pero no por ello son menos graves ni dignas de atención, ya que pueden tener efectos muy negativos a
largo plazo. En muchas ocasiones una “luna de miel” prolongada ha ocultado
aspectos sin resolver de la relación, de la
condición de hijo adoptivo, ansiedades e inseguridades que hacen su aparición de manera brusca en la
adolescencia y pre-adolescencia de los chicos.
4. Búsqueda de ayuda profesional
Si el problema se permanece o empeora con el tiempo, y tras haber puesto en
práctica todo lo que sabemos, continúa,
no debemos de dudar en pedir ayuda profesional.
Pedir
ayuda no nos devalúa como padres, es
lógico que haya circunstancias que nos desborden y nos produzcan un profundo
malestar. Mantener este tipo de situaciones es
perjudicial para nosotros como padres y para nuestros hijos.
Juan Alonso Casalilla Galán. Psicólogo. Psicoanalista. Especialista en Adopción y Acogimiento Familiar.
Si alguna vez me encomiendan el cuidado de un niño tendré en cuenta este artículo, pero si algo me ha enseñado la vida es que cada persona es singular, así como lo que cada uno vemos como problemas o soluciones
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