domingo, 19 de marzo de 2017

ACOGIMIENTO FAMILIAR: UNA EXCELENTE Y COMPLEJA MEDIDA DE PROTECCIÓN

Recientemente estamos asistiendo a una potente promoción del acogimiento familiar por parte de las entidades públicas. Esta promoción, que responde a una necesidad real de la infancia protegida, no está siendo acompañada en muchas ocasiones de una adecuada concienciación  de la complejidad que supone acoger. 

Las excelencias del acogimiento están sobradamente representadas en la literatura científica, están sobradamente constatadas en la práctica y están refrendadas por la actual legislación. No obstante estas excelencias nacen de las mismas fuentes que nacen sus complejidades, y esta entrada pretende apuntar algunas de ellas. 

La excelencia nace de que proporcionamos al menor una familia donde desarrollarse, su complejidad estriba en que pertenece también a la familia de la que fue separado. 

Muy esquemáticamente esta circunstancia lleva a que  acoger suponga para las familias acogedoras  los siguientes retos:

· Asumir temporalidad de la estancia del niño.
· Limitaciones en cuanto a las decisiones que pueden tomar sobre  él.
· El mantenimiento más o menos estrecho del contacto con la familia de origen.   

El primer reto es una dificultad prevista y asumida en algunas modalidades del Acogimiento Familiar (urgencia, temporal). El segundo reto puede ser asumido con un adecuado encuadre, información y formación, sin embargo el tercero es uno de los más complejos y donde la formación, la información y el seguimiento pueden revelarse como impotentes.

El tercer reto supone el cuidado adecuado, el mantenimiento de la “distancia” adecuada con la familia de origen del menor y quizás sea la tarea más difícil de gestionar. Exige a los acogedores aceptar plenamente que el niño pertenece a dos núcleos familiares, entre los cuales en muchas ocasiones surgen sentimientos encontrados.

Esta doble pertenencia, esta doble fidelidad supone un verdadero escollo para las familias acogedoras, ya que resulta difícil entender para ellas, como contextos en los que la vida de los niños implicaba desatención, puede ser sentido y “pensado” por los niños como los más apreciados y propios.

Debe tenerse en cuenta que el sentimiento de pertenencia en los niños, inicialmente y de forma natural, es el que los une a la familia y entorno de origen, sea cual sea las circunstancias en las que se encuentren. La pertenencia a la familia de acogida, se construirá después y su éxito dependerá de la capacidad de los acogedores para mostrar comprensión de las características del entorno de origen, permitiéndole al niño la posibilidad de pertenecer a ambos ámbitos.

Si el niño siente comprensión en sus esfuerzos por conservar lo que lo identifica y lo define como persona, al mismo tiempo que se adapta a su nueva y compleja realidad, la doble pertenencia es posible.

Así el acogimiento en cualquiera de sus modalidades exige de las familias una entrega, una generosidad y unas aptitudes especiales, pues supone incorporar realmente, de alguna manera, a la familia de origen del menor en sus vidas y acompañar a éste en la elaboración de su historia en presencia de la misma.

Por lo tanto el Acogimiento Familiar es una tarea maravillosa,  pero con retos proporcionales a sus beneficios.

Juan Alonso Casalilla Galán 


2 comentarios:

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  2. Estoy un poco cansado de oír que hacen falta familias de acogida, porque yo desde enero de 2017, estoy tratándolo de conseguir. Primero con un niño que tenía bastante apego hacia mí y que las técnicas de la comunidad se empeñaron en desechar para entregárselo a una familia más convencional (Yo soy un varón soltero de 57 años) , pero con la que al final, para desgracia del niño, ha fracasado. He pasado por la petición para una niña (a petición de su residencia) que tuve de vacaciones en verano, y que la propia residencia después indicó que no había apego ¿?. En esta ocasión, las técnicas, tuvieron a bien conservar todos los trámites realizados en el anterior expediente. Y ahora cuando ya quedaba poco para la decisión (me imagino), ha surgido el ingreso de nuevo en la residencia del primero de los niños, y como le quiero tanto me ha hecho solicitar la reapertura de ese expediente.
    Y eso de querer a un niño tanto, no va en contra del acogimiento. Todo lo contrario. Querer a un niño acogido, además de darle cariño, sustento, comprensión, educación,…, supone pensar primero en él y respetar totalmente, e incluso relacionarse y ayudar, a su entorno biológico. Y si llega el momento en que tiene que volver con su familia, no voy a decir que daré saltos de alegría, pero seguro que en mi podrá más la alegría de ver feliz al niño con la persona que más quiere (su madre) que el dolor por su perdida.

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