La adopción es un acto
jurídico a través del cual un niño o niña, que no es hijo biológico de unos
padres determinados, se convierte legalmente en su hijo con plenitud de derechos;
generando en los padres las mismas obligaciones y derechos que cualquier padre
o madre tiene respecto a sus hijos biológicos.
Sin
embargo esta plena igualdad, efecto del
derecho y que legitima el vínculo, no elude la necesidad de dar cuenta de las
singularidades que supone la incorporación no natural, de un hijo a la familia.
Necesariamente los padres
adoptivos tendrán que ayudar a descifrar a sus hijos, las significaciones múltiples que tendrán para
ellos, esta forma distinta a la habitual de llegar
a formar parte de de una nueva familia. Porque estas singularidades se manifestarán
a lo largo de todo el ciclo vital de la familia adoptiva, debiendo ser oportunamente atendidas y no negadas. Tenerlas
en cuenta no supone devaluar la legitimidad del vínculo, supone al contrario, cuidarlo de acuerdo a las
peculiaridades que presenta.
Concretando un poco más,
podemos decir que la maternidad/paternidad adoptiva presenta unas
características propias, efecto de la ruptura
existencial que supone la adopción para el menor, que es imprescindible conocer y aceptar, entre
las cuales podemos mencionar las
siguientes:
•
Requiere de los nuevos padres, la disposición a
aceptar y asumir la historia previa del niño. “Nuestro
hijo fue hijo de otros”.
•
Requiere también la
capacidad de convivir con sus recuerdos, los cuales pueden resultarnos
profundamente ajenos y despertar en los padres sentimientos ambivalentes
difíciles de gestionar.
•
Requiere de la comprensión de las dificultades de integración del niño,
atendiendo a las peculiaridades de aquellos casos en que provenga de una etnia
o cultura diferente.
•
Exige la aceptación
del derecho que tiene el niño a conocer la verdad sobre su adopción y sus
orígenes.
Estas “características propias” hacen que a lo largo
de toda la vida, las familias adoptivas se confronten con su propia historia, y con la necesidad de dar
explicaciones sobre la forma en que cada uno de los miembros se ha integrado a
la misma. Abocando a la familia a una serie de “tareas” a lo largo del tiempo,
entre las cuales podemos mencionar:
·
En el momento del encuentro con el hijo y el
posterior proceso de vinculación, se recibirá a un niño con una historia
propia, con el que habrá de crear un vínculo afectivo y de pertenencia familiar.
·
Durante un tiempo, más o menos prolongado, la
familia adoptiva deberá someterse a un
proceso de seguimiento de la integración
familiar por parte de las autoridades que intervinieron durante el proceso.
·
La necesidad
de hablar y explicar al niño la forma en que se incorporó a la familia; los
acontecimientos de su historia previa; las razones que motivaron su adopción; y
la existencia de otra familia – la biológica – que permanecerá en el recuerdo
del niño durante toda su vida y con la que los padres deben aprender a
convivir.
·
Durante la
adolescencia, etapa de cambios por antonomasia, cambios corporales y
cambios conductuales, y en que muchas veces las rebeldías propias de la
adolescencia puedan ser mal interpretadas como conductas heredadas por la
biología, que también enfrentarán a la familia a su forma de constituirse.
·
Cuando en algún momento, el hijo ya adolescente
decida iniciar la búsqueda de sus orígenes y todos nos enfrentemos al fantasma
de la pérdida de los vínculos afectivos logrados.
Llegados a este punto vemos
como la maternidad/paternidad adoptiva
supone una serie de retos específicos que requerirán de una atención
especializada, atención que encuentre un adecuado equilibrio para que
menores y familias no se sientan diferenciados (devaluándose o ensalzándose la
vinculación a través de la adopción) pero que a la vez atienda a ciertas dificultades
e interrogantes que pueden surgir fruto de
esta forma de llegar a ser padres.
Las instituciones públicas,
como garantes de los derechos de los menores deben procurar que sean atendidas
las necesidades de los miembros de la comunidad. El menor adoptado y su familia no puede ser una excepción. El volumen de
menores adoptivos que se han incorporado a nuestra sociedad, sobre todo por el
auge en los últimos años de la adopción internacional es muy importante, y ya son muchas las dificultades que han
aparecido: dificultades de integración social, escolar y familiar, truncamiento
de la relación…etc.
Todo esto hace necesario que
las instituciones lideren la organización de unos servicios de apoyo post-adoptivos eficaces, que presten apoyo especializado a la
responsabilidad adquirida por estos padres, que lo son de pleno derecho. Sólo
así podremos prevenir la aparición de dificultades de integración social y
familiar, que con una atención temprana podrían haberse evitado.
Estos servicios de apoyo post
adoptivos deben de recoger los
siguientes objetivos:
1.
Mejorar
las capacidades de los padres para hacer frente a los retos específicos que
supone la paternidad/maternidad adoptiva.
2. Creación de una red que permita un proceso de recuperación del menor
en diferentes ámbitos del desarrollo: desarrollo físico y neurológico, cinético
y emocional.
3. Mejorar las capacidades del menor
para afrontar sentimientos de pérdida, formación de identidad y búsqueda de orígenes.
4. Acompañar y orientar a los padres en
situaciones de crisis y/o de especial dificultad en la integración familiar y
social de menor.
5. Prevenir situaciones de “truncamiento” de la relación
y posible situación de desamparo.
6. Generar cultura de la Adopción.
7. Acompañamiento en la búsqueda efectiva
de Orígenes.
Como reflexión última,
sólo cabe decir, que únicamente una atención especializada tras la adopción,
hará verdadera esa promesa implícita, de una vida mejor que se hizo a un niño,
el cual fue separado de su entorno, por considerarse éste, perjudicial para su desarrollo.
Juan
Alonso Casalilla Galán
Pienso que si las cosas se han hecho bien en la infancia y preadolescencia y en la propia adolescencia las aptitudes que tengan a la larga con la familia adoptiva, no cambiaran. Podrán existir cambios puntuales, pero en pricipio no pienso que la relación degenere.
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