viernes, 22 de abril de 2011

FRACASOS EN ADOPCIÓN*

Con posterioridad a la adopción, existen casos extremos, donde la problemática llega a comprometer muy seriamente la convivencia de la familia. Nos estamos refiriendo a las situaciones que han desembocado en un "re abandono" del menor. Estos casos se presentan en las consultas de post-adopción con manifestaciones, que salvando la singularidad de cada caso,  presentan similitudes que pueden ayudarnos a pensar algunos aspectos de la filiación adoptiva.

Desde la perspectiva de las familias, el problema detonante es la queja de que el menor presenta una conducta problemática que compromete muy seriamente el funcionamiento familiar. Las quejas más habituales hacen referencia a conductas agresivas y/o sexuales inapropiadas. El niño se muestra especialmente violento con sus padres y hermanos cuando no consigue lo que quiere o ante las más ”mínima” frustración, con frecuencia es el hijo preexistente  al que se quiere proteger, pues queda comprometida seriamente su educación e incluso corre peligro físico, peligro físico del que no son ajenos los padres. Así las conductas inadecuadas: agresividad, desobediencia, robos e indisciplina son descritas como “incontrolables”. Sin embargo esa conducta no concierne a la familia, no tiene nada que ver con lo actual de las relaciones establecidas. La problemática es atribuida a procesos traumáticos y aprendizajes de su anterior vida, de su anterior situación, es una herencia patológica, nada tiene que ver con la relación actual establecida con el niño. 
Algo muy patológico y extraño se ha introducido en sus vidas…la única solución en estos casos es la renuncia, el abandono de ese hijo.

El diagnóstico que desde los sistemas de atención se da en estos casos es el de hiperactividad, trastorno de personalidad.

La explicación que da la familia, es simple; el menor padecía y padece unos trastornos conductuales que no pueden ser abordados, estos ponen en peligro la estabilidad de la familia, y la convivencia se torna imposible. Esta lectura de los hechos es avalada en muchas ocasiones por profesionales de la psicología y la psiquiatría a través del diagnóstico el cual se convierte en explicación de lo que ocurre.

Sin  descartar el peso que la historia , los trastornos y  dificultades que nuestro hijo con una historia de desamparo puede padecer, y que sin duda hay que tener en cuenta a la hora de integrarlo en nuestra  familia, es necesario tener en cuenta el marco relacional que el niño encuentra en la actualidad (el cual viene proporcionado fundamentalmente por nosotros), el trauma que supone en sí el hecho de la adopción,  al margen de la historia y origen del niño, lo que la familia espera de él y si esta familia es capaz de establecer un relación actual con ese niño singular y concreto que supone una renuncia a ese niño imaginó.

La capacidad para hacer ese transito entre el niño que se espera,  lo que se espera de él, al niño real que llega, con sus demandas concretas y sus peculiaridades por historia y origen,  va a ser clave a la hora de que la integración tenga éxito o no.

En los casos más graves vistos y  analizados, vemos que los padres no han podido fundar una relación en ese encontrarse con lo extraño que no esperan, requisito imprescindible para establecer una relación, crear un vínculo con otro radicalmente distinto y no con la imagen interna idealizada que se tiene del niño antes de llegar.

El proyecto de adopción de la familia, reservaba un espacio muy estrecho al niño por venir.  Descubrimos en ese momento que le pedimos que sea el compañero ideal de nuestro hijo único, la niña ideal frente a los demás hijos varones, el niño que nos hace olvidar que tenemos problemas de fertilidad…etc.

Difícilmente el niño que vendrá y que reclama como cualquier otro ser humano, un lugar en el mundo, un espacio de pertenencia, una familia con la que sentirse identificado y que le identifique, respetando su origen e historia singulares, encajará en proyectos tan estrechos, aquí las expectativas se convierten en guiones no negociables, en mandatos a cumplir.

Juan Alonso Casalilla Galán. Psicólogo.

*Reflexiones basadas en el análisis de los primeros doce casos de abandono de menores procedentes de Adopción Internacional en Comunidad de Madrid (año 2001).



1 comentario:

  1. No se si soy un caso raro, pero si puedo acoger al niño que me quiere y al que quiero,sé que a pesar de las multiples salidas que hemos tenido (incluso pernoctando), esto es lo que llamáis luna de miel. Estoy seguro que surgiran problemas que ni siquiera me he imaginado. Muchos de ellos los podre resolver yo, otros ayudado por amigos y para otros, es posble, que necesite ayuda especializada.
    Pero todos deberíamos saber que la vida es así.

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